
La semana había sido de todo menos agradable. Tras la Media, las series de calidad del martes y jueves, me habían dejado para el arrastre, con una rara sensación mental de renegación general

Con ese plan era difícil llegar en condiciones más o menos decentes al Gran Premio de Cáceres de Campo a Través, la cita que para algunos es la más importante en la modalidad de Cross a nivel regional.
Allí se darían cita muchas figuras de nivel nacional e internacional, aunque mi guerra fuera otra luchando con los de mi categoría.
Por lo tanto la incógnita estaba planteada, cabía la posibilidad de petar en los primeros tres mil metros o por el contrario, que el golpe de carga que el entrenador me había marcado, surgiera efecto y llegara a la prueba más rápido que nunca.
Mi primera sorpresa, llego al circuito y ni una gota de barro, y yo calzado con mis clavos del 9 pensando en un barrizal de los de costumbre. Cambio de planes, vaya, hoy las Fastwitch no han venido en la mochila, toca elegir los clavos más desgastados que tenga y jugármela esperando no destrozarme los gemelos.
Salida muy rápida. Los Junior del Reino Unido ponen un piñón demasiado fuerte para el resto de contrincantes. Aguanto como puedo los primeros 1.000 y pongo tierra de por medio con mis rivales directos. Carmelo ve la jugada y aprieta de lo lindo para que no me aleje demasiado y le agüe el día. Ahora le toca a él marcar ficha y probar a dejarme. Como hacía tiempo ahora sí, parece que puedo seguir el ritmo de los mejores y me pego a su sombra. Los últimos dos mil metros son un toma y daca a ver quien deja a quien, sin bajar el ritmo para que los perseguidores no se echen encima.
Mis piernas flaquean y no puedo aguantar los dos metros que pierdo en un mal giro, me conformo con lo que tengo y entro tras mi acompañante, siendo él primero de su categoría y yo primero de la mía, tanta lucha y al final estamos en guerras distintas.
Parece que vuelvo a la senda deseada, esperemos que sea por mucho tiempo.