Por una parte tenía ganas de volver a la Vera y hacer el Cross de la Ermita, del que tanto había oído hablar, y por otra, el domingo, volvería a correr en mi ciudad en la carrera de montaña Transcanchos.
Mucho arroz para tan poco pollo, pero, si el destino quiso que fuera así, no iba a dejar de participar en ninguna de ellas.-
Vamos que la fundida sería como las de siempre. Tal como estaba previsto, fuerte bajada y a menos de 3 el minuto . No se para que seguir corriendo, en el Kilómetro 2 las tres primeras plazas están servidas, y ahora solo toca decidir el orden de llegada.
Segundo en la general y primero de mi categoría. El resto de la tropa llegaba como podía. El día pasaba factura dejando a la mayoría más que tocados.
Nuria entra tercera de la general y segunda de su categoría. Se nota que los entrenos van haciendo efecto.
El domingo la película se repetía en lo climatológico. Frío, viento y lluvia. Debido a mi falta de entreno específico, meterme la carrera corta de 10 km. era lo más apropiado, aunque lejos de ser más suave, se corvertiría en una autentica pesadilla para mis maltrechas piernas.
Ignorante cabeza para el que no la utiliza.
Vuelta a lo mismo, a romper la carrera desde el primer metro, y dicho y hecho, en los primeros 300 ya marcho en cabeza, pero la historia no sería tan dulce como el día anterior.
Marco un ritmo endiablado y arremeto los desniveles como si conmigo no fuera la cosa. Dos kilómetros y el piloto rojo se enciende. ¿Dónde vas tú?.. y en ese momento empiezan a pasar por mi mente los arreones que me había metido para el cuerpo el día anterior. Esto no va más, el motor anda más cerca de griparse que de continuar la marcha, pero entre pensamiento y pesar los metros van cayendo.
Damos alcance fácil a los corredores más rezagados de la carrera larga, los cuales habían salido 15 minutos antes. Eso sin querer te da más animo para no bajar el ritmo, el tema es que ya no se cuantos voy dejando atrás, solo quiero poder llegar al alto y comenzar a recuperar algo de fuerzas.
La distancia es suficiente, y los últimos 5 kilómetros más favorables. Las fuertes rampas son pequeñas tachuelas en la peligrosa bajada. No logro ver a mis perseguidores y saco fuerzas donde ya no hay y acelero en los metros anteriores a meta.
Me cabreo como un mono cuando me marcan tercero y yo no vi a nadie que me adelantara. La lógica y la razón hizo que la organización comprobara que los corredores que me perseguían tomaran equivocadamente un atajo no escrito.
Me subo a lo alto del cajón en mi categoría y en la general.
De premio una paletilla que parecía sacada de una película de hambre. No se si aparte de hueso comeremos jamón, se lo preguntaré a la suegra, un premio demasiado pequeño por cuidarme a Alex.-
Hoy Lunes de resaca y la cordura me obliga a no dar ni golpe. Si algo he prendiendo a base de palos es que tras una buena paliza lo mejor es no hacer nada.
Próximo objetivo la Media de Cáceres, el duatlón de Malpartida, prácticamente descartado.