lunes, 15 de marzo de 2010

EL PAJARO QUE SE COMIO LA CARROÑA

El sábado apuntaba buenas maneras. Aunque al salir de casa el termómetro no marcaba más que 2.30 grados, el sol poco a poco iba haciendo acto de presencia, aunque la temperatura en toda la mañana paso de los 8 grados.


Sabía que la jornada sería dura, 140 km, de aparente llano, pero después de una semana fuerte de entrenamiento, con series de velocidad incluida el viernes, cualquier esfuerzo se multiplica.

Y así fue, la primera parte de la jornada resulto muy tranquila, con alguna subidita, casi todo llano, y los ciervos amenizando el paisaje.

La sorpresa llegó cuando al pasar el Salto del Gitano, me entero que tenemos que subir las rampas del castillo. Bueno, a mí la verdad que me gustan las subidas fuertes, y al resto del grupo (Felix, Adolfo, El Cuñao, Emi, Carlos y Jose Luis), tampoco es que le sentara mal.

Tras la barrita del Carrefour, seguimos la marcha hasta llegar a Torrejón, la subida del arroyo de la vid, y camino a Serradilla.

Al llegar al pueblo, me note que las fuerzas ya no iban sobrando, y lo peor era lo que me estaba imaginando, que me quedaba subir el puerto al 9%, con sus 6 km de largo, y sin comida. Y paso lo que tenía que pasar. La barrita que me quedaba se la di al Cuñao que iba peor que yo. Él se recupero, pero a mi se me subió encima el buitre, y notaba como poco a poco iba picandome en la cresta. Logré coronar el puerto y me tome una ampolla de glucosa que liberó temporalmente mi malestar.

Ya llevábamos 5 horas montando y al Cuñao se le hacia tarde por lo que ambos decidimos continuar en solitario desde Mirabel a Plasencia. Y ahí continuó el martirio, sin comida, ni agua, comenzamos una peregrinación que parecía no tener fin. El pájaro había picado tanto que tocó hueso. En un momento vi como me dormía, y por más que quería no lograba despertar, la cabeza se me iba, y aunque daba pedales parecía que estaba volando. Se lo hice saber al Cuñao, aunque según se lo dije, vi que él estaba igual que yo. Al parecer no había sido solo un carroñero lo que se nos había plantado encima, sino toda la vandada.

A duras penas llegamos a Plasencia y parecimos despertar..... Una vez recuperados ya estamos pensando en la jornada de la semana que viene, por lo que se planea, ir a Cáceres, otros 170 km, espero haber aprendido la lección.



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