lunes, 19 de julio de 2010

EL ATAQUE DEL AGUILA ASESINA...

Buscando el fresco de la mañana, a las 7.30, ya estábamos dando pedales el amigo Félix y el que escribe.
Nos esperaba una fresquita jornada con la subida a dos primeras, Piornal y Cabezabellosa por Barrao. Decidimos coger una carretera de poco transito pero cuyas rampas alcanzaban en algunos tramos el 14%, hasta llegar a Casas del Castañar. Ahora comprendo porque no habíamos ido nunca por ella.
Los grados, a medida que íbamos ascendiendo, caían, y de los 32 que marcaba el termómetro a orillas del Jerte, pasamos en unos minutos a los 18 de Piornal.
Y tan rápida fue la subida, como la recogida de agua en la fuente del calcio, para poner rumbo a las fuertes rampas que nos pasan del Valle de Jerte al del Ambroz.
Casi 100 km, con dos altos considerables y a las 11.30 en casa para hacer la compra. Sábado casi perfecto, sino llega a ser por una avispa que se encargo de fastidiarme la bajada hasta el Villar, la cual se empeño en picarme y hasta que no lo hizo varias veces, no descanso.
No tendría el pobre bichejo otro sitio donde poner su aguijón, claro, que tuvo que descargar su veneno en mí, pero como no hay mal que por bien no venga, puse en practica unas recomendaciones que había escuchado días antes a Pedro Delgado en las sesiones comentadas del Tour, "Si te pica una avispa, no te toques, el simple sudor, actuará como analgésico". Y ciertamente, mano de santo, nunca vi, como el no hacer nada fue tan efectivo.

Ya el domingo se unio al duo el cuñao, que entro de empalmada, después de estar toda la noche currando. Y como no podía ser de otra forma, nos lo tomamos de forma tranquila, decidiendo subir Honduras. Despacito, claro, como siempre ..... a ritmo de observar el paisaje, ...

Y fue en la bajada, donde se mascó la tragedia. El cuñao iba unos metros adelantado del dúo perseguidor, cuando no se bien de donde, apareció un pajarraco de proporciones descomunales, y se fue directo a por el primero del grupo, alcanzando con sus garras en el casco.
Nadie duda que el casco es imprescindible, y te puede salvar la vida en una caída, pero jamas pense que también lo sería, ante los ataques furiosos de una rapaz enloquecida.

La primera impresión fue de estupefacción y de susto, aunque segundos más tardes, Félix y yo, nos echamos unas risas que se escuchaban hasta en Cabezuela, mientras el cuñao miraba de un sitio a otro, sin explicarse muy bien que leches le había golpeado en el casco.

Como no estaba por la labor de sufrir más ataques, ya en los llanos que llevan a Plasencia, plato grande y piñón chico, y ale que aguante el que pueda, adelantando a todo bicho viviente que nos encontrábamos por la carretera.

Historias del fin de semana.

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