lunes, 29 de noviembre de 2010

EL ZORRO CON PEDALES.-



A estas alturas del año, en el que el frío, se ha acomodado definitivamente entre nosotros, aparcamos la flaca, y pillamos la mtb, para disfrutar de bosques y montañas.
El sábado era buen día para comenzar la temporada de invierno, y que mejor que subir la Heidi. Llegar al Pinajarro, es cuestión de piernas, no tiene más secretos, y es justo de lo que yo, a estas alturas del año ando justo.
Nada má salir de Hervás, ya sabía que el día se me iba a hacer un poco cuesta arriba. De donde no hay no se saca, y más que un escalador, parecía un raposo que no podía con su alma.
El Cuñao andaba esperándome, donde en otras ocasiones, era al contrario. Dichosos picos de forma, pero, tras los primeros apuros pongo marcha de subida y ya no paramos hasta la base.
!Que frío leches! Ya no nos acordábamos del sabor del hielo en que se convierte la saliva en los labios.
Bajada de vértigo, algún que otro susto y a las 11.30 donde el amigo Colmer, a instalar en las bicis los últimos adelantos GPS. Como si esto nos sirviera para ir mejor.

Ya el domingo, la salida se retraso un poquito, y en vez de las nueve, fueron las diez.
Optamos por buscar el famoso camino que atraviesa el Almendral, y que según lo oído, tenía rampas al 26%.
Ya veríamos como respondían las piernas, pero probar había que probarlo, y si otros lo habían subido, claro estaba que nosotros también.
Una vez encontrado y bajado, solo quedaba subirlo, pero... se me hacía que esto no podía ser tan fácil, e invité al Cuñao, a buscar una pista, que hacía ya tiempo, encontré cerca de donde nos encontrábamos, y que tal era su inclinación, que tuve que hacer gran parte a pie.
Imaginaba yo, que sería, porque por aquella época, no dominaba yo bien esto de los cambios.
Solo quedaba encontrarla, y no tardamos en hacerlo. Abrimos portera, y..., la primera rampa al 14%. Mi obserbación fue rápida. Esto es lo más flojo.
Por lo poco que recordaba, yo sabía que llegado un tramo, la rueda de delante se levantaba, y allí no había forma de traccionar.
El 14 dejó paso al 20, y así se mantuvo durante un tramo, luego el 22, 24, e incluso el 30%. Aquello parecía que no acabaría nunca. Si aquí nos caemos, nos encuentran en los huesos. Pero no era esa nuestra intención. De pronto un llano al 9%, que alivio, esto esta terminado. La suerte, no duro demasiado, y el llano de apenas 15 metros, dejó paso a una pared que parecía imposible de subir. El Garmín marcaba el 36%, y una pequeña piedra en el centro del camino hizo tope. La rueda que se levanta y pie a tierra. Estábamos a apenas 50 metros del final. como podemos nos incorporamos, y en el siguiente tramo se repite la historia. Aquello parece no terminar, pero en nada baja al 20% y ya estamos arriba.
La sensación era de cero grados, ni frio ni calor, ni risas ni penar. Nada. Por momentos parecía que estábamos tocando el cielo con los dedos. Nos recuperamos, más pronto que tarde y a bajar con las ruedas clavadas. Al llegar al llano, los frenos olían a taller viejo, y estaban rojos como un tomate de verano.
Ahora nos toca subir el otro puerto. Bufff, veremos a ver, estoy sin nada.
En un visto y no visto habíamos ascendido ese que decían era tan duro.
Está claro que los limites se los pone cada uno. Y yo me pregunto. Después de subir esto, no haremos lo propio en el Angliru. Habrá que comprobarlo.

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