MEDIA MARATÓN RIBEROS DEL TAJO

Tras una semana perra en lo meteorológico, parece que el Dios de la Lluvia dio un respiro en forma anticiclónica, regalándonos una jornada más propia de primavera que de otoño.

Tras tres meses de descanso competitivo, la prueba elegida había sido preparada para por lo menos intentar bajar mi anterior marca en la distancia.

El trabajo estaba hecho, los kilómetros echados y solo faltaba que esa pájara inesperada no apareciera en los últimos metros.

Más relajado que de costumbre recojo el dorsal, procediendo al saludo consabido con los galgos y podencos que en este día iban a ser mis compañeros de viaje.

Más de 350 participantes y muy buenas piernas, aunque mi objetivo estaba lejos de competir con semejantes corceles.

Tenía la meta clara, bajar del 1.16. Todo lo demás sería un añadido.-

Fruto de una excelente organización, con una puntualidad británica, se disparo el revolver de salida, rompiendo el silencio tempranero un tropel de corredores con ansias propias por dar buen espectáculo a la galería.

Apenas 1 kilómetro y el grupo de cabeza esta hecho, con un adelantado participante, que en vez de pensar detenidamente la distancia que le quedaba, aprovechó el momento para hacer un primer 5 mil a ritmo de vértigo.

No tardó Jorge en colocarse en cabeza, "el galgo va por su liebre", y como una lapa me arrimé a su estela, sabiendo que sin duda era el más fuerte del día, y que de mi valentía por seguir su sombra, estaba marcado el fracaso o éxito de la jornada.

En el 5.000 el aventajado solitario cae como hoja marrón tras el par de solitarios. Un par de miles más allá soy yo el que sufro los rigores de la velocidad y dejo al mejor que continúe su camino hacia un triunfo casi seguro.

Ahora el dilema era dejarme caer y afrontar los 15 km restantes en grupo o jugármela en solitario.

Como jamás he pecado de cobarde, mi respuesta estaba clara, quien quiera que aguce y me alcance, comenzando mi travesía en solitario con apenas 150 metros sobre mis perseguidores.

Un 10.000 perfecto a 3.30, ahora solo me queda aguantar a este ritmo y conseguir la proeza.

Muchos metros por delante aunque las piernas van respondiendo a la perfección, mejor de lo esperado a estas alturas. Llego al 16 para afrontar los 2.000 metros de repecho hasta la bajada a meta. Sin problemas aparentes, hasta que el chivato rojo se enciende en forma de subida repentina de pulsaciones. He llegado al fondo del deposito, ahora en reserva durante 3 kilómetros.

Giro mi cabeza apreciando dos curvas atrás a mis afanados predecesores. La lógica dice que en tiempo son aproximadamente 40 segundos, distancia más que de sobra para llegar a meta, pero el demonio del fracaso aparece de nuevo en mi hombro pinchando con su tridente mi cogote.

Saco de donde no hay pero nada sale, si en el 18 la media es de 3.31, al final de la bajada antes de meta el crono no se ha movido.

Últimos 100 metros al 5%, y marco un crono de 1.14.18, para un total de 21.140 metros. Segundo general y segundo de mi categoría, tras el inalcanzable Jorge Campos.

Los apenas 200 metros de ventaja de los primeros kilómetros fueron suficientes para alcanzar mi particular gloria.

Busco la mirada de Alejandro entre el numeroso publico, encontrando mi mayor recompensa al verlo acompañado de mis sobrinos preferidos. Eva, Nuria y el Cuñao les acompañan en el pódium de animadores.

Como en tantas otras cosas, esto no es para cobardes.

Larga semana por delante me espera de tirones, masajes y poco más de trote.

El trabajo ya esta hecho, pronto pensaremos en la nueva tarea