martes, 15 de diciembre de 2009

MORDIENDO EL POLVO


Sábado mañana, el día como casi siempre prometía aventuras y desventuras. Tomaríamos la autovía para dirigirnos a Cañaveral, subir a las antenas y descender el cortafuego que nos lleva al pueblo. La niebla nos impidió disfrutar de un día frío y húmedo, pero nos dejó, al llegar a lo mas alto, la imagen de ver todos los llanos de Cáceres, Ceclavín, Coria...., cubiertos por un mar de algodones blancos.
Para la ocasión nos reunimos en el punto de costumbre: El cuñao, Jose Luis, Adolfo, Felix, el cual casi no había dormido porque había tenido cena, Carlos el cordobes, y yo claro, como no.
Al poco de iniciar la subida, se sabía de antemano que las batallas se iban a seguir por grupos, en uno el cordobes y yo, el otro Felix y el Cuñao, y en el otro Adolfo y Jose Luis, cada cual a lo suyo. En esta ocasión Felix no quiso entrar al trapo y el cuñao menos, sabía lo que había y no quería pegarse el rebentón.
Pero ya ves, a pesar de mi edad no aprendo y me creo un chaval y quise jugar con las fuerzas y lanzarme a una aventura perdida con un rival al cual no puedo ni podré vencer. El resultado estaba escrito antes de empezar. Las primeras rampas aguante como pude, pero cuando se puso la cosa más técnica, bastante hacía con seguir un ritmo que poco a poco me fuí imponiendo.
El reventón fue bueno y me vino genial para saber el lugar que ocupo dentro de la cadena.
Por si no era poco, a la hora de subir el cortafuegos que lleva a la antena, ya no se si eran las fuerzas, las cubiertas gastadas o mi bajón moral, pero a la mitad de este me desmonté y decidí acabar de subirlo a pié, viéndome superado por el cuñao que poco a poco fue subiéndolo como un jabato, bravo por él y mal por mí, claro. Aunque la cosa se puso aún peor cuando vi como el cordobes no cansado de subirlo una vez, decidió volver a bajarlo y subirlo como si nada. Procuraremos el próximo día subirlo montado.
Pero lo peor estaba por llegar, sabiendo de que me iba a pegar el piñazo fijo, decidí tirarme cortafuegos abajo, no tardando mucho en pegar el primer piño, y tras ese otro, lo cual me hizo recapacitar y con el codo y la rodilla hinchada, hice de tripas corazon y a bajar a pie, viendo como el cuñao tenía más suerte y antes de caerse había pinchado y viendo como Felix había pegado un trapajazos del quince, pero...... un día más y solo algún susto sin consecuencias graves.
Ya el domingo tocó coger la flaca y ahí esperaba estar más fino, y dado que mis compañeros eran los de siempre, me encontraba más confiado. Por el camino Pedro se nos despisto, y no se aún si a propio intento o por casualidad, se quedó cortado y decidió según nos enteramos luego dar la vuelta a las chitas callando. Eso que se ganó, porque tras llegar a Hervás, los de siempre, el resto ya no se ni donde andaban, si habían acabado, o se habían dado la vuelta; se nos unio al grupo Ruben el cicli, y otro elemento que conocía de vista que ha sido campeón de España de algo así como maratón de montaña. Vaya, y la cosa pintaba bien pero con el aire a favor y con ganas de que no nos mojaran un día más la oreja, pusimos marcha de persecución, acabando en Plasencia con la lengua fuera, disgregados y reventados, pero con los deberes hechos.
Meditando ya en casa, con las piernas en alto, intentando descansarlas un rato, recordé como mordí el polvo con los dientes por mi mala cabeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario