miércoles, 9 de diciembre de 2009

PERDIDOS

Sábado mañana, y como todos los sábados mañana a las 7 veo las noticias mientras me zampo mi
tazón de cereales. Mi principal objetivo es ver el tiempo y no pintaba nada bueno para el puente. Día tras día lo había estado siguiendo, como si de ello dependiese el que fuera a cambiar, pero como era de esperar las lluvias llegarían y solo era tiempo de esperar montado.
El sábado nos libramos con un día maravilloso, algo de niebla matutina y ya se sabe," mañana de niebla, tarde de paseo".Repetimos, una vez más y van no se cuantas este año la Heidi.
Cada vez que lo hacemos me resulta más maravilloso el entorno de la sierra de Hervás. A medida que tomamos las primeras rampas, las hojas de los castaños van tornando un marrón clarito, casi mimetizado con el verde, pero que sin lugar a dudas, trae consigo el ocaso otoñal. El color poco a poco a medida de ascendemos va siendo más y más marrón, llegando al punto en que el marrón desaparece para descubrirnos la desnudez de las ramas, las cuales se balancean lentamente al compás de la brisa fría de la sierra.
La subida, amenizada por la conversación amigable, que en esta ocasión llevábamos Félix, Adolfo y el que escribe , solo fue rota en un vuelta de sierra por un grupo de cazadores, los cuales, al igual que nosotros, no tenían ninguna forma mejor que pasar la mañana. El saludo amigable, como gente de bien que somos, con todos los viajeros que nos encontramos, sea de uno u otro lugar, y poco a poco llegamos a la cima.
La bajada se presentaba algo peligrosa, ya que había algo de hielo en la pista, pero una vez superados los peores tramos, llegamos sin problemas a nuestro destino, que no era otro que el auto, donde cargaríamos los bártulos y de nuevo a casa.

El domingo la cosa pintaba bien, decidimos por petición mía pillar la flaca, la verdad es que tenía unas ganas horrorosas de estrenar el nuevo capricho que he pillado. Esta vez me toco a mi estrenar, ya que o una semana u otra alguien compra una montura nueva. Pero esta vez la jugada salió mal.
Tras hacer unos primeros 20 km a eso de "Maricón el último", mi nueva montura decidió jugarme una mala pasada, y tras un intento de arreglo decidió averiarse del todo. Joder si que es mala suerte, acabo de sacarla y ya se rompe, las risas fueron generales, tanto por los de siempre, como de algunos otros que se habían unido a la fiesta, aunque me quedo con la expresión de mi amigo Félix " Eso te pasa por correr tanto", a lo que siguió otro montón de risas y jolgorios, en los que en esta ocasión no pude verme envuelto, porque más que reír me entraban ganas de llorar, mientras maldecía una y otra vez mi mala suerte.
El lunes calló la que estábamos esperando, y por tanto no pude salir a darme el paseo de rigor, aunque pensando en la que nos esperaba el martes que esa si iba a ser buena.
Y aquí empieza la historia la verdadera del fin de semana. Decidimos ir al Cristo de Serradilla por lotería, y como buenos penitentes salir desde Plasencia para hacer que la dureza del camino se multiplicara.
Los cofrades en cuestión fueron, Oscar, Félix, Pedro y un servidor y al grupo se nos unió un nuevo compañero, Carlos, el cual conocía bien el lugar.
La primera parte del viaje, es decir camino de ida, fue lo que esperábamos, barro y agua, nada de lluvia, alguna que otra cuesta que hicieron que Pedro cogiera un descanso para reponer fuerzas con una barrita, pero poco más, ahhh si, el trapajazo que pego el cuñao (Oscar) en un prado. Con el sitio que había y tiene que coger el hoyo.
Tras buscar la lotería del Santo Cristo, descubrimos que la tal lotería no existía, y por no venirnos de vacío compramos un decimo en el Hogar del Pensionista, tras pagar un sobre cargo de un euro para la dueña del chiringuito, anda, anda que no saben estos de los pueblos.
Ya de vuelta, Carlos empezó a darle a los pedales y tras la primera subida de las que nos esperaba, sugirió coger otro camino y tirar a Villarreal de San Carlos. Un camino por el monte precioso, bajada espectacular, ancha y con barro, todo lo que cualquier aficionado puede desear, pero..... no podía ser todo tan bonito y como claro, estábamos de penitencia, pues eso nos calló encima. El camino acabo y decidimos, por no dar la vuelta, que eso es de cobardes, coger monte a través. Aquello parecía que jamás acabaría, a la idea de uno de coger un sendero, precedía la de otro de coger otro. Pero ninguno llevaba a ninguna parte. Algún que otro ciervo saltaba despavorido por el ruido que íbamos haciendo. Y no es para menos 5 tiparracos en verbena con sus monturas a cuesta, como si se trataran de sacos de patata.
Tras, no se cuanto tiempo, horas quizás, llegamos a un camino amplio, por fin salvados, jajajaaja, si claro. Raudos y veloces cuesta abajo, uno, dos, quizás tres km, hasta que de pronto el camino se acaba. De quien fue la idea de cogerlo, uno miraba a otro y el otro al de al lado, asique tras decisión mayoritaria, esta vez decidimos ser cobardes y tirar camino de vuelta hasta subir al cerro por el que habíamos bajado.
Pedro ya parecía desfallecer, el cuñao ya relataba como vieja, Félix reía, Carlos pensaba, y yo, pues observaba diciendo en menudo embolado me han metido.
Camino tras camino y un sendero, "por aquí, por aquí dice Carlos", y para que le haríamos caso, un desfiladero, que para él era asunto sencillo pero para mí resulto el colmo de mis desdichas, a cada metro que pasaba iba mirando al fondo del barrando diciendo madre mía la que voy a pegar. Km, tras Km, piedra tras piedra hasta que llegamos al tan deseado pueblo.
Una menos cinco de la tarde. El Cuñao y Pedro entran a trabajar a las 3. Que hacemos. Plato grande y piñón chico, carretera a delante que esto esta hecho. Y así fue, en un tiempo recor regresamos al punto de partida. Pedro estaba blanco como la pared del esfuerzo hecho, el cuñao morao como el vino de la mala ost.... que traía. Pero... al final nos encontramos y ahora recordamos el hecho de que nos perdimos en Monfrague un martes de fiesta entre jaras y niebla.

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