Al mirar el tiempo el viernes pude comprobar que el finde, aunque frío, traería sol. Frió y sol, son algo compatible para nuestra actividad favorita, por lo que llame a Félix y me sugirió hacer la Heidi ( por no se cuantas veces ya este año), y así poder pisar nieve y ver al amigo Colmer, que nos esta ultimando la nueva equipación Platera.
Y allí nos lanzamos a subir por sus rampas heladas. Cada día que voy me parece aún más exigente que el anterior. Unas veces es el viento, otras el barro, otras la nieve, o simplemente que cada día subimos más y más deprisa, como si nos fuera en ello algún tipo de merito personal. Será eso, no lo se, pero las últimas rampas que llevan a la base del Pinajarro te dejan con la lengua mas seca que el esparto.
El cuñao no pudo venir por el curro, a mi esta semana no me recluyeron, por lo tanto Adolfo, Félix y el que escribe fuimos a la escalada.
Pese al intenso frío, la mañana fue muy amena, con solo destacar que el núcleo de mi gorda se rompió a 200 metros de el final de la escalada. Uggg. menos mal, el dios de las cumbres se alió conmigo, porque si me pilla 3 km abajo, llego a casa a la hora de comer.
Aún con la avería me lance fuerte en la bajada, y logré que la patilla enganchara lo suficiente para llegar al pueblo, de una buena me libré.
Ya el domingo, nos juntamos los 4, salíamos con la Peña, y aunque el recorrido no era para nada exigente, nosotros nos encargamos de hacerlo. Al grupete de Plateros se nos unió Pedro(CR100), el cual nos dío un alarde de fuerzas y buen saber en el oficio de la bici, con algunos sprint y tirones que nos dejaron con las piernas temblonas. Como si esto no fuera poco, decidimos hacer un poquito de montaña subiendo a Casas del Monte para luego tirar dirección Aldeanueva, donde allí ya estaba la Peña tomando el descanso merecido.
La película parecía pintar igual que en otras semanas, pero afortunada mente el guión cambió pronto.
Tras la salida del pueblo pude comprobar, y se lo hice saber a Félix, que el grupo de la Peña iba a un ritmo muchisimo más alto que en días anteriores, de hecho nos relajamos un poco y tuvimos que darle durante unos kms. fuerte para contactar con ellos, ya que en la salida nos lo tomamos muy en calma charlando sobre cuestiones futuras y políticas, lo de siempre.
Al contactar con el grupo vi algún que otro gallo que antes no estaba, Ruben (Cr100), Alvarito que contacto por el camino, un Emiliano con ganas de batalla, y un Rubén (P.Local), que también tenía ganas de probarse. Todo esto hizo que pronto se empezaran a ver los primeros tirones, a los cuales respondía como buenamente podía, y apareció la figura del guindilla (personaje que sabiendo de su impotencia, hace lo posible por molestar al resto), y al cuñao le dío más de un susto, y a mí me tenía más nervioso que un novio el día de su primera cita. Supongo que a algún otro andaría molestando, en fin cosas del grupo.
Pasados los avatares propios de tirones y arranques, llegamos al cruce de la Oliva, al cual llegue exhausto, y con los cuadrices dandome toques. (Los alardes de meses anteriores me están pasando factura, pero..... todos tenemos nuestros meses malos, y yo aunque voy recuperandome, no he salido aún del bache de la cuesta de enero). La batalla estaba lanzada. Emiliano hizo un par de demarradas, pero tampoco anda muy fino a estas alturas tempranas de temporada. Félix ya iba pegado de ir tirando del grupo todo el camino. Yo iba justo, justo. El cuñao reservon y el resto del grupete con el cuchillo entre los dientes antes de subir las ultimas rampas que llevan a Plasencia.
Y como tenía que ser se lanzó el ataque final. Aquello eran ataques tras ataques. Yo aguantaba a duras penas a la primera rueda que pillaba, y cuando veía que se quedaba, intentaba ir a mejor, pero de donde no hay no se saca, y al llegar a la entrada de Plasencia, vi un montón de caras afiladas, chorreantes de sudor y orgullosas del esfuerzo hecho.
Por fin salio el sol y empezó la batalla. Como dijo Ruben(Cr100), esto es el principio de aquí a dos meses la guerra sera de espadas y machetes.
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