miércoles, 13 de junio de 2012

PERO...¿DONDE ME HE METIDO?.

Mente inquieta y buenas piernas. El no conformarse con lo que tenemos es parte de la razón de vivir humana. Si esto lo plasmamos en el quehacer diario, nos lleva a estar más pendiente de afrontar nuevos retos que a disfrutar lo que uno tiene.

Ya no es suficiente con hacer pruebas de duatlón, de hacer alguna media, de ciento y una carreras de todo tipo, de entrenar hasta el agotamiento, eso no vale si no lo empleamos en alguna nueva aventura.

Esta vez, toco la tan famosa "Pencona". Carrera de montaña de dificultad técnica elevada y con un número de kilómetros, a priori, asequible a mis posibilidades.
No había habido ningún tipo de preparación previa para este tipo de pruebas, el trabajo diario debería ser suficiente para acabar sin problemas.
Hasta ahí todo es normal, el problema viene cuando no te vale con acabar la prueba, sino que quieres estar con los primeros. Y es en ese punto, cuando echas de menos esas horas no empleadas en habitar en el mundo de las cabras.

Las 8.30 de la mañana y una temperatura inigualable. No hacía falta activar mucho los músculos, con las dos horas que me esperaban por delante, todo se activaría a su debido tiempo.

Salida tranquila para que los lugareños disfruten del espectáculo. Todo un espejismo, en apenas un kilómetro aquello se pone serio, justo lo que dura la alegría de los primeros metros en llano. En nada estamos subiendo. El ritmo no es matador para mis posibilidades, pero imagino que si lo será para el resto, ya que en 10 minutos hemos hecho un grupo de 5 y de los demás no se sabe nada.
Subida y más subida. Ahora esa marcha en apariencia tranquila, se convierte en extenuante, obligándome a hacer la goma en algunos de los cambios de firme.

De momento todo es camino, duro, pero más o menos transitable, aunque poco dura la alegría en la casa del pobre. Esto toca a su fin, es el punto 10 km. y queda lo bueno. Levanto la mirada y pienso en ¿ como voy a llegar hasta la cima de la montaña si no veo trocha aparente? . Lo bueno de esto es que al pegarme a los de cabeza, el trabajo me lo van haciendo.
Ahora no vale correr, ni trotar, casi ni andar. Toca ir a gatas por medio del monte, donde se mezclan piedras, escobas, arroyos y algún que otro canchal insalvable.
Todo esto parece no acabar, agacho la cabeza, apoyo mis manos en los muslos y hago palanca para no perder lo ganado. La cumbre esta cerca, de ahí al final otros 12 km.

Espero encontrar de nuevo un camino que me lleve de retorno al lugar de partida, pero solo veo ante mi una mar de escobones impenetrables sin un sendero posible. Ante tal desconcierto y buscando la mejor opción de continuar, acabo con el culo metido en un arroyo. Pero....¿donde me he metido?.. de donde ha salido esto.

La tónica se repite metro a metro. Los gemelos han dicho basta y me veo corriendo, por decir algo, como los patos, con los dedos de los pies tirando para arriba.

Ahora es todo bajada, el problema está en como bajo y por donde. No veo más que piedras y maleza.

Los de cabeza, conocedores de estos lugares, han puesto pie en polvorosa, y me encuentro más perdido que Marco el día de la Madre.

Pierdo a razón de minuto por kilometro, pero no puedo ir más rápido. Soy adelantado por un par de Cabras Pirenaicas, que de piedra en piedra van retozando como si tal cosa. Vuelvo a pasarlos en otra subida, pero es caramelo en patio de colegio. La cosa sigue igual de complicada y no puedo incrementar mi ritmo. Los gemelos no responden y en vez de piernas tengo dos estacas que no amortiguan ni una zancada.
Ahora me pasa una especie de Arrui vestido de verde. Me está cayendo la del pulpo, pero de mirar para atrás nada.

En un giro inesperado me engancho en una zarza y acabo de nuevo por los suelos. Levanto la cabeza para ver si alguien se ha percatado de mi posición poco señorial, pero por allí no aparece nadie. Recobro la verticalidad y como puedo llego a meta.

Al final 2 horas y diez minutos. Mi objetivo era bajar de 2 horas, pero quizás, si lo hubiera conseguido, para otro año me hubiera planteado retos más difíciles. Así pues, ya se cual es mi meta para años venideros.

Posición 8º de la general y 2º de mi categoría. Un éxito para la mayoría, para mí, algo insuficiente, aunque visto como estoy a tres días vista, que el Señor me quede como estoy, porque sigo sin poder subir sin agarrarme las escaleras de casa.

A ver que nos depara la semana, de momento descanso obligatorio, más que mi mente me pida darme caña.





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