lunes, 1 de agosto de 2011

EL DEL PUERTO

De casta le viene al galgo, y es lógico ver a los mejores canes perseguidores de liebres, en las largas e interminables llanuras de Castilla.

La casualidad no existe, nadie es bueno por el simple hecho de nacer con cualidades, pero si que ayuda el hecho de vivir en un lugar donde la historia te dice que de allí partieron hace años grandes conquistadores.

El porqué de allí, y no de otro sitio cercano..... solo viajando al pasado podríamos descubrir los motivos, pero como de momento este hecho es imposible, nos conformamos con reconocer lo obvio.

La subida del Puerto de Béjar a la Garganta, era algo que teníamos pendiente desde hace muchos meses. De hecho siempre que pasábamos por el cruce que nos lleva a lo alto de la sierra,
hemos hecho el mismo comentario, "A VER CUANDO NOS ATREVEMOS CON ESTA PÚA".

No es que el miedo al 14% sea algo que nos asuste, sino quizás el respeto a la carretera que hizo que algún grande se volviera inolvidable para el recuerdo.

El sábado afrontamos este mismo puerto por la parte de Hervás, pero.... esta cara ya la conocemos de memoria, el cuerpo te pide un poco más. El domingo lo hacemos.

Las sensaciones al salir de casa eran de lógica dominguera. Piernas muy cansadas y pocas ganas de excesos no recompensados, aunque el reto estaba impuesto, y nada excepto algún percance nos iba a impedir cumplir con la palabra.

Tomamos nuestras precauciones por el camino que nos lleva hasta Baños, lugar donde la carretera empieza a picar poco a poco. Hoy no toca darle fuerte en los llanos, cualquier fuerza extra puede que la necesitemos en un rato.

Cruce a la derecha y estamos en el pueblo. Leve bajada de apenas 100 mtros, curva a la izquierda y la pared ante nuestros ojos.

Ahora comprendo el porque de Roberto Heras y de algún que otro gran escalador. Esto no es algo al alcance de la mayoría de aficionados.

Si subí no hace muchas semanas el Marie Black con el 34*21, en esta ocasión no iba a ser menos.

La umbría de castaños y moreras bajó la temperatura varios grados, y un escalofrío recorrio mi cuerpo, parte por el cambio brusco de calor a frío, parte por imaginar al del Puerto haciendo series para mejorar sus piernas.

En nada estábamos arriba, y en poco más en Hervás. Ya está la jornada hecha. Ahora toca relajarse rumbo a Casa.

La conversación y las risas por las historias vividas nos hizo más liviano el viaje de vuelta, recordando como todos los días a nuestro tercer mosquetero, prometiéndonos, que todas y cada una de las jornadas vividas, serán repetidas cuando su recuperación surja efecto.

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